FOOD PAIRING EN PRÁCTICA
En el post pasado hablamos de
la naturaleza de las mezclas que nos atrevemos a hacer en la cocina y cómo
tenemos un cierto instinto que nos indica qué sabores podrían combinar bien.
Existe una página que nos
facilita esta labor. Se trata de una base de datos de sabores que
han sido analizados desde su composición molecular y la forma en la que el
cerebro humano interpreta esos datos. Está diseñada para expresar el nivel
de compatibilidad que hay entre ingredientes. Ya sea que hayan sido elegidos
por el usuario o propuestos por la aplicación.
https://www.foodpairing.com/ es la página
principal, en donde se elige el tipo de usuario que queremos ser. Existe
una versión gratuita, que a pesar de ser muy limitada comparada con
todo lo que se puede hacer con la versión de paga, es una herramienta muy útil.
Con cualquiera de las versiones que se use, es necesario crear una cuenta
para poder usar la plataforma.
Al dar click en esta opción,
se puede usar una herramienta que sirve para “emparejar sabores”. Es
decir, si hay una idea dando vueltas en tu cabeza sobre combinaciones de
sabores que consideras que podrían funcionar, pero no tienes la seguridad,
puedes ingresar los datos en la plataforma y arrojará resultados acerca de qué
tan compatibles pueden ser los mismos.
Posteriormente, la página
redirecciona a https://www.foodpairing.com/chefs/,
que es el área donde se trabajan las combinaciones.
En mi caso, yo tenía
curiosidad acerca de crear una barra de chocolate blanco con frambuesa
liofilizada y matcha, además tenía la idea de mezclar algún tipo de nuez o
semilla en la misma.
Una vez que comienzas a hacer
combinaciones, cada ingrediente que agregas tiene un código que indica qué
tan compatible es tu elección con las opciones mostradas. Entre más
grande es el punto azul, existe más compatibilidad y viceversa.
En nuestro ejemplo, pusimos directamente
en el buscador para sumar las palabras: “frambuesa”, “chocolate blanco” y “té
verde”. Esto último, debido a que el matcha es un sabor premium. Por lo tanto,
no podía ver esa información.
Una vez que ingresé, uno por
uno, la suma de ingredientes que me interesaba mezclar, el resultado fue que
sí tuvieron cierta correspondencia.
Como podemos ver en la imagen anterior,
el grado de compatibilidad varía según el ingrediente que se haya
elegido como base. De ahí que la versión de paga sea capaz de proponer gramajes de
cada ingrediente y recetas.
La aplicación sugiere resultados
en los que nos indica si un ingrediente distinto sería más adecuado para
nuestra combinación, si es que decidiéramos sustituirlo. Por
ejemplo, cambiar el té verde por negro, el chocolate blanco por amargo, o la
frambuesa por alguna otra fruta.
Una vez que la combinación que
tenía clara arrojó resultados positivos, busqué el elemento crujiente, del cual
no tenía una idea específica. Así que seleccioné la opción para buscar una
categoría completa de “Nueces y semillas”, la cual propuso que un
buen aporte en mi combinación sería la avellana.
No me convenció la idea. Sin embargo,
hay muchos ingredientes bloqueados que sólo están disponibles en la
versión premium, así que tampoco contaba con tantas opciones certeras.
Decidí
probar con algo distinto. Tenía pistaches y creí que era un sabor
adecuado para la combinación previa, aunque la aplicación no tuviera
información desbloqueada de ese ingrediente en la versión gratuita.
Me arriesgué, pensando que la
sal del pistache y su sabor característico podrían venir bien para contrarrestar
la acidez de la frambuesa y el excesivo dulzor del chocolate blanco.
Me equivoqué.
Probablemente las avellanas o almendras le habrían ido mejor a la combinación,
o quizá otras proporciones de los ingredientes, pero así se aprende. Podemos gastar
unos cuantos ingredientes en experimentos o pagar la versión premium de Foodpairing,
jaja.
Me gusto usar la plataforma y
mi instinto. Y por suerte hice una versión con pistaches y una sin ellos. Me
gustó más la versión que no los llevaba, pero sigo creyendo que le hace falta
ese elemento Crunch a la barra, que probablemente intentaré con avellanas la próxima
vez, porque el que sabe, sabe 😉
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